En ciberseguridad, un honeypot (literalmente “tarro de miel”) es un sistema trampa diseñado para atraer a atacantes y analizar sus movimientos. La idea es simple pero poderosa: colocar un señuelo visible y atractivo para que los ciberdelincuentes interactúen con él, mientras que la red real permanece protegida. Gracias a esta técnica, las organizaciones pueden detectar nuevas tácticas, fortalecer sus defensas y anticiparse a amenazas emergentes.

Principales usos de un honeypot
- Detección de intrusos: Al ser monitoreado constantemente, permite registrar intentos de acceso no autorizados.
- Investigación de técnicas de ataque: Es un laboratorio en tiempo real para estudiar malware, exploits o phishing avanzado.
- Mejora de la defensa: Los datos recopilados sirven para reforzar firewalls y sistemas de detección de intrusos.
- Formación de profesionales: Los equipos de ciberseguridad pueden entrenar con escenarios realistas sin arriesgar sistemas productivos.
Tip extra
Un honeypot debe estar perfectamente aislado. Si se conecta sin medidas estrictas de contención, el atacante podría usarlo como puente para acceder a la red principal.
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