Los datos se han convertido en el activo más valioso para las organizaciones, pero también en el más vulnerable. Gestionarlos de manera correcta implica clasificar la información según su nivel de sensibilidad, establecer protocolos de acceso y contar con políticas claras de almacenamiento y eliminación segura.

Las normativas internacionales como el GDPR en Europa han demostrado la importancia de cumplir con estándares de protección. Incluso si tu empresa no está directamente regulada, adoptar prácticas responsables refuerza la confianza de los clientes. Un buen inicio es implementar cifrado tanto en tránsito como en reposo, y acompañarlo con copias de seguridad periódicas.
Tip extra: revisa contratos con proveedores tecnológicos; muchos manejan tus datos y debes asegurarte de que cumplan con las normas de seguridad.
Pregunta final: ¿tratas los datos de tus clientes como un recurso estratégico o como un simple archivo más?














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